viernes, 12 de enero de 2018

Nómada

#eatlikeanomada. Me encanta el "hashtag". Es lo primero que pensé cuando vi el delantal de los trabajadores de Nómada, de Begoña Rodrigo. La estética del local, en el Centro Comercial Bonaire, también me gustó mucho. Con una cocina central rodeada por una barra, en la que puedes comer y algunas mesas sueltas alrededor.

Ahora solo faltaba probar la comida.

Fuimos el día 5 de enero a mediodía. No habíamos reservado mesa. Aun así, teníamos sitio en una de las mesas de la entrada. Inmediatamente nos ofrecieron una trona para Lucia. Ella la aceptó contenta, no tanto como la bandeja de pan que le ofrecieron poco después.


Vimos que había menú de mediodía y fuimos directos... sin ojear la carta. La camarera nos aconsejó y nos dejamos guiar por ella. De primero, Rafa y yo coincidimos. Pollo frito, arroz aromatizado y salsa de cacahuetes. Nos gustó mucho. A mí me recordó al arroz con pollo al curry que comía en Copenhague.



De segundo, yo opté por el canelón relleno de carne de olla serrana. A mí y a Lucía nos encantó. La carne estaba tierna y muy sabrosa, y la pasta del canelón, al dente, como tiene que ser.


Rafa optó por el arroz de pescado. Una paella individual de arroz de cangrejo de río y gambas. Entre Lucia y Rafa devoraron el plato. Lo probé. Tenía muy buen sabor. Para mi gusto, quizá demasiada cebolla, lo que endulzaba un punto el arroz.


El arroz presentaba unas perlas negras que parecían aceitunas y que resultaron ser esferificaciones de tinta de calamar. Explotaban en la boca. Muy original. 

Como la presentación del tiramisú, que fue el postre elegido por Rafa.



Mientras que yo probé el bocata frito con plátano y chocolate. Muy bueno, pero excesivamente dulce.


Nos quedamos con ganas de probar muchos otros platos. Así que habrá que volver. Porque relación calidad-precio vale mucho la pena.

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