miércoles, 22 de noviembre de 2017

Soy maratoniana

Esta entrada es, sin lugar a dudas, una de las más especiales que contiene este blog y, sinceramente, no sé por dónde comenzar, no sé si dejarme algo por contar... porque, creedme, podría escribir un libro. Así que, perdonadme los que consideréis que me enrollo demasiado. Y los que queráis saber más de esta historia, habrá que esperar. 

Lo cierto es que desde el pasado domingo SOY MARATONIANA. Y estoy orgullosa de ello. Y lo grito a los cuatro vientos. Porque me ha costado cerca de dos años cruzar esa meta, recorrer esos 42195 metros.

En febrero de 2016 decidí apuntarme al maratón de Valencia. Solo unas semanas más tarde me enteraba de que estaba embarazada. La prueba por excelencia del 'running' tendría que esperar. Le regalé el dorsal a mi amiga Empar y ella aceptó el desafío. Aunque detesta el asfalto, lo hizo por mí y por mi hija, que entonces solo tenía una semana de vida. En navidades recibí un mensaje, alguien me había apuntado a la edición de 2017 del maratón. Había sido ella, Empar. Me lanzó un reto para el que entonces no me veía preparada físicamente, pero sí psicológicamente. Sabía que sería difícil compaginar maternidad con entrenamientos, pero lo iba a intentar. Y mi marido, Rafa, iba a acompañarme en esta locura.


En agosto comencé con el entrenamiento específico de maratón. El objetivo era cruzar la línea de meta y, si lo hacía por debajo de las cuatro horas, mucho mejor. Han sido 15 de semanas en las que he tenido que hacer encaje de bolillos para entrenar. Pero semana tras semana los entrenamientos han ido saliendo adelante. La mayoría de ellos, mejor de lo esperado. ¡Hasta las tiradas largas de 25, 26, 30 y 33 kilómetros! Y llegó la 'semana grande' y yo, con todo el trabajo hecho, no tenía nervios. Solo mucha ilusión y más motivación.

Los nervios llegaron el día de la prueba. ¿Seré capaz? ¿Qué pasará a partir del kilómetro 33? ¿Me toparé con el famoso muro? ¿Fallará algo? ¿Lo conseguiré? Lo tenía todo bajo control (visitas mensuales al fisio, seguimiento nutricional...) pero el hecho de no haberme enfrentado nunca a la distancia de Filípides me tenía atemorizada.


Con las emociones a flor de piel y la lagrimilla asomando debajo de las gafas de sol, comenzó la carrera. El plan establecido con Rafa, Rober, Garrido y Lorena (mis "compañeros de batalla") era ir a 5:40 min/km hasta el kilómetro 30. Pero ya desde el segundo aceleramos el ritmo. Fueron pasando los kilómetros. Yo me encontraba muy bien, íbamos a un ritmo cómodo. En el kilómetro 12 sentí un pinchazo en el pie. No dije nada y seguí corriendo. Y sucedieron los kilómetros. Me tomaba las sales y las gominolas conforme lo había planificado. Me encontraba muy bien pese al pinchazo que iba y venía.


A partir del kilómetro 25 me di cuenta de que Rafa no estaba bien físicamente y padecía por él. Teníamos que acabar la prueba juntos. A base de Reflex, geles y mucha fuerza de voluntad se recuperaba. Llegaron los últimos seis kilómetros. No hay muro, solo quedaba disfrutar de los últimos kilómetros, pese a un dolor de cuello (de la tensión) que en ocasiones me impedía respirar con normalidad. Rafa me daba la mano. Lo íbamos a conseguir... la alfombra azul estaba cerca. Fue entonces, en el kilómetro 41, cuando vi a mis amigas (estuvieron animándonos en los kilómetros 1, 16, 26 y 41) cuando supe que lo había conseguido. Lloré todo lo que pude, sonreí de alegría, cogí de la mano a Rafa y disfruté de los últimos 195 metros. En la vida había sentido algo igual. Ya me lo habían advertido, pero superó con creces mis expectativas. Después de 3 horas, 55 minutos y 48 segundos corriendo, estaba cumpliendo un reto, un sueño...


Y entonces me acordé de él, de las veces que cruzó esa meta y de lo orgulloso que estaría de ver que ahora lo he hecho yo. 

También me acordé de ella, Lucia, mi auténtico maratón. Cuando sea más mayor le contaré cuantas horas pasó con las abuelas para que sus padres cumplieran un sueño. Y cuánto le tengo que agradecer a estas los madrugones que se han pegado en estos últimos meses. 

Abrazada a Rafa, Lorena y Rober, bajo el arco de meta, también pasaron por mi mente mi fisio José María Martí (ja me digueres que les cames no me fallarien); mi nutricionista Laura Jorge (que il·lusió vore't en el kilómetre 38); la gente del Club Atletisme Alcàsser que me animó antes y durante la carrera; amigos y conocidos que días antes me enviaron mensajes de ánimo y fuerza y que gritaron mi nombre en carrera; mis "compis" de Super, especialmente tú, que ahora vas a correr otro maratón importante (¡mucha fuerza!); esas cheerleaders (y acompañantes) que se dejaron la garganta durante toda la carrera y también las que no pudieron venir y animaron desde casa (l'any que ve Lucas també ens animarà ;-)).




A Rober, Carlos (que se nos perdió en el camino) y Empar (sols falta que l'any que ve la fem juntes ;-)), quería darles las gracias por acompañarme en cada una de mis locuras y buscar otras nuevas. Y a ti, Lore, por tus consejos de maratoniana, por tus nervios, tus chuches, tus acelerones, tu "cuñao"... porque si correr mola, hacerlo con amigas como tú, mola mucho más.




Rafa, sé el que t'ha costat (físicament parlant) arribar fins a la línia d'eixida...i ja no parlem de la de meta. Tot el que et puga dir ací es queda curt...Que orgullosa ha d'estar Lucia del pare que té. EL MILLOR. 















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