viernes, 20 de febrero de 2015

H10 Itaca - Barcelona

Como os conté en la entrada anterior uno de los motivos de nuestra visita a Barcelona era una Smartbox que nos regalaron para nuestro primer aniversario de boda. El paquete incluía una cena 'gourmet', una noche de hotel y desayuno por cientos de hoteles en toda España. Elegimos el H10 - Itaca de Barcelona porque era de los únicos que estaba en el centro de Barcelona. La cena tendría lugar en su restaurante, Bamboo. Y, la verdad, no nos defraudó. Incluía un entrante, un plato principal y un postre por cabeza. 

Como primer plato yo escogí una ensalada César con virutas de Parmesano y Rafa, parrillada de verduras con salsa Romesco al estilo de Tarragona. La presentación, excelente. La ensalada (sin las virutas de queso y las anchoas, que retiré), muy buena. La parrillada, no hay más que ver la imagen. Podría pasar, perfectamente, por un plato principal.



La cosa marchaba bien. Y todavía faltaba el plato principal... Yo me decanté por el 'suquet' de dorada con gambas y mejillones. Mi marido prefirió carne: entrecote de buey de Girona con patatas y pimientos del Padrón.



El 'suquet' estaba muy bueno de sabor. Aunque, para mi gusto, espeso. La carne, quizá demasiado hecha, pese a pedirla 'al punto'. Aun así, estaba sabrosísima.

En cuanto al postre, quisimos pedir dos diferentes, ambos para compartir: Una macedonia de fruta fresca con sorbete de mandarina y una tartaleta de manzana con helado de canela. El primero, refrescante y sano. El segundo, para quitar el hipo. No hay más que verlos.



Para beber, un vaso de vino blanco (para el pescado) y un vaso de vino tinto (para la carne). Para rematar la cena, dos cortados y, posteriormente, dos cócteles en el Lobby Bar.

En definitiva, una Smartbox bien aprovechada. Y un día en Barcelona, más aprovechado todavía. Y aún quedaba el segundo...

miércoles, 18 de febrero de 2015

De tapas por Barcelona

Ya hace unos cuantos días (quizá demasiados) que no escribo en el blog. Pero todo tiene su explicación y, por si alguien precisa de ella, en realidad he estado promoviendo las próximas entradas (unas cuantas, sí). O lo que es lo mismo, he estado de viaje. Diez días de desconexión que se agradecen. Y más, teniendo en cuenta que esta no es una época típica de vacaciones. 

Mi aventura comenzó en Barcelona, una ciudad que había visitado en un par de ocasiones pero que mi marido todavía desconocía. Así que aprovechamos que nuestro 'verdadero viaje' comenzaba en la Ciudad Condal y que en nuestro aniversario de boda nos regalaron una Smartbox para pasar en ella 48 horas frenéticas. Dos días que incluyeron dos almuerzos y dos cenas de las que os hablaré durante toda la semana.

El primer día visitamos el casco antiguo de la ciudad y decidimos comer 'de picoteo' para poder ir visitando lugares al mismo tiempo que dábamos una tregua a nuestros estómagos. La primera parada fue en el mercado de La Boquería. 


Todo el mundo nos había recomendado que lo visitáramos y allí que fuimos. Y claro, con tantas frutas, verduras, carnes, pescados y encurtidos (entre otros manjares) se nos abrió el apetito. Tras dar una vuelta al mercado, decidimos entrar en Casa Guinart. Todo un acierto. De su variada carta, pedimos patatas bravas y croquetas rustido pollo. Ambas tapas, deliciosas. Sobre todo, las bravas, que me recordaron a las que cocinan en Mediaterránea de Hamburguesas y que me vuelven loca (¡Tengo que volver pronto!). Ambas tapas las acompañamos con un par de cervezas y, en total, pagamos 16,80 €.



Seguimos bajando por Las Ramblas hasta que llegamos a un cartel que anunciaba que el Museo de Cera estaba cerca. Ese era nuestro siguiente destino. No el museo, no. Sino El Bosc de les Fades


Entrar en esa cafetería es como adentrarse en un cuento. De ensueño. Allí pensamos en tomar ya el café, pero al final vimos la carta y preferimos probar el pincho de tortilla y un par de cervezas. Creo recordar que nos costó menos de 10 € (y que hice una foto de la tapa, pero no la encuentro).


Con ello, y con los cafés que nos hicimos en una cafetería cerca del edificio de Correos, dimos por finalizado nuestro almuerzo de tapas por Barcelona. Ahora ya teníamos fuerzas suficientes para seguir recorriendo la ciudad.